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sábado, 28 de septiembre de 2013

Viernes 13. Continúa el curso.


 Después de comer, y descansara un poco, volvemos a la calle de la Puebla.
Irene Teresa Mañas Romero, profesora de Historia Antigua nos va a hablar sobre 



ARTISTAS Y ARTESANOS DE POMPEYA





La erupcion del Vesubio tuvo como consecuencia el abandono y el olvido de la Antigua Pompeya.

Sin embargo, esta tragedia supuso también la conservación en un estado casi inmejorable de la ciudad, que permaneció durante siglos preservado por una espesa capa de cenizas.

Las ruinas de Pompeya se convirtieron así en una oportunidad única para conocer de primera mano cómo era la vida en una ciudad romana de mediano tamaño.

Pompeya sorprende al ofrecer una visión íntima y poco frecuente de la vida diaria de los romanos.

La destrucción que causó el volcán se produjo, además, de forma tan rápida y repentina que no sólo es posible estudiar con detalle los edificios públicos y privados de la urbe, sino que se puede asimismo indagar en otros aspectos de la vida cotidiana, como los utensilios, el mobiliario, los ropajes o la comida y sobre todo en los trabajos y oficios de sus gentes.




Así, hemos podido conocer que el trabajo artesanal solía realizarse en talleres. Sabemos incluso, que algunos llegaban a reunir hasta 70 trabajadores.

No debemos olvidar que también se realizaban trabajos domésticos como la panadería, confección, etc. elaborados en su mayoría por los esclavos en las grandes casas señoriales, alcanzando algunas a ser autosuficientes.

Normalmente existían dos tipos de talleres: los destinados al consumo local que producían objetos menos elaborados y más baratos y los destinados a la exportación que servían productos sofisticados y a precios elevados. 







Los talleres solían ser propiedad de hombres libres mientras que la mano de obra era en su mayoría esclava.

Tejidos, vidrio, calzados, monedas, carámica,... todo tipo de productos podía encontrarse en la mayoría de las ciudades del Imperio, ciudades que debían su urbanismo y la edificación a un amplio número de artesanos que demostraron su buenas maneras.

El trabajo en la construcción solía ser realizado por hombres libres aunque también encontramos esclavos y asalariados.

La mayoría de los artesanos se unían en "collegia" para la defensa de sus intereses, germen de los gremios medievales.





Los collegium fueron entidades que agruparon a hombres libres o esclavos manumitidos de la misma profesión con fines de socorros mutuos y que operaban en el derecho privado como entes susceptibles de adquirir derechos y contraer obligaciones.    


 








En sus inicios, su estructura no estaba reglada y no requerían autorización estatal para su reconocimiento. Posteriormente, fue necesario contar con un estatuto que circunscribiera su accionar a un fin lícito y obtener autorización estatal, además de algunos requisitos

Fueron de dos clases: profesionales, religiosos y políticos. 


















Los collegium profesionales comprendieron oficios de diversos géneros: comercios, militares, artesanos, plateros, cobreros, carpinteros, tintoreros, panaderos, alfareros, zapateros, trabajadores de las telas y pieles, músicos, entre otros. 











Coexistieron con los collegium; los colegios compitalicianos (cofradías de carácter religioso) y las sodalitias, cofradías de carácter político  que llegaron a establecerse en cantidades importantes, algunas desviándose del fin al que estaban orientadas y para el cual se constituyeron. 



En el año 63 a.C. el Senado romano disolvió los collegium.


 Posteriormente, en el año 57 a.C.  fueron restablecidos.



En el 54 a.C. con la sanción de la Lex licina de sodaliciis se prohibió su creación, dejando subsistentes los constituidos con anterioridad a la fecha mencionada. 









Con la sanción de la Ley Iulia de Collegis de Augusto, se exigió la autorización estatal, proveniente del senado o del emperador.

 La extinción de la personalidad jurídica de las asociaciones en general, se producía por la desaparición de sus socios, por acuerdo de voluntades, por conseguir el fin que se habrían propuesto al conformarse y por decisión estatal





 Los collegium subsistieron hasta la caída del Imperio Romano de Occidente.
A partir de esa época fueron decreciendo hasta su desaparición.


















Para cerrar el día central del curso, Pilar Fernández Uriel.
Profesora de Historia Antigua de la Uned y algo más que una MAESTRA para algunos de nosotros.
Especialista en Roma, nos va a hablar del sueño de Nerón:








NOVA ROMA Y DOMUS AUREA.
 LA PASION DE UN CÉSAR

















La Domus Aurea (literalmente, en latín, Casa de Oro) era un grandioso palacio construido por el emperador Nerón en Roma tras el gran incendio del año 64. Ocupaba, según se ha calculado, alrededor de 50 hectáreas entre las colinas del Palatino y el Esquilino.


Sus lujos incluían incrustaciones de oro, piedras preciosas y marfil, y se cuenta que los techos de algunos salones tenían compuertas por donde se arrojaban flores y perfumes durante las fiestas ofrecidas por Nerón.
Inacabada a la muerte de Nerón y dañada por el incendio del 104, la Domus Aurea fue cubierta con escombros por orden del emperador Trajano, una medida que a la larga aseguró su conservación al evitar el habitual pillaje de materiales valiosos que afectó a otros edificios como el Coliseo






Al menos una parte de las estancias del palacio permaneció desconocida hasta el siglo XV, cuando se halló casualmente el acceso a una de las bóvedas tapadas bajo tierra. Las decoraciones murales descubiertas entonces fueron la inspiración del motivo de grutescos que se hizo habitual en el Renacimiento. La palabra grutesco deriva de gruta, en alusión a las ruinas subterráneas de la Domus.




Los restos encontrados en las posteriores excavaciones muestran un buen estado de conservación, y sus pinturas son particularmente bellas. Sin embargo, limitaciones presupuestarias han impedido durante décadas la conservación adecuada del conjunto, que ha sufrido grietas y humedades que hacían peligrar su sustentación y que desaconsejaban el acceso del público. A raíz de dichas grietas y de la filtración del agua, el 30 de marzo de 2010 parte del techo de una de las galerías del complejo, alrededor de 60 metros2, se vino abajo. Afortunadamente en el momento del colapso no había turistas en el sitio.






La construcción de la Domus Aurea (Casa Dorada) ha sido considerada como la empresa más extravagante de toda la historia de Roma. Cuando dos tercios de la ciudad fueron carbonizados por el gran incendio de 64, el emperador Nerón se sirvió del espacio “libre” para construir su nuevo palacio. 







Construída en muy poco tiempo —Nerón se suicidaría en el 68 pero antes pudo disfrutar ampliamente de sus estancias— la enorme cúpula dorada que le dio nombre no era más que uno de los muchos elementos extravagantes de su decoración: había oro por todas partes, techos estocados con piedras semi-preciosas y remates en marfil, mosaicos de acabado preciosista, piscinas y fuentes por doquier, un lago artificial…








La mayoría de las paredes estaban cubiertas de frescos, que trataban diferentes temáticas para cada uno de los grupos de estancias; las habitaciones, rematadas en mármol blanco perfectamente pulido, con formas que jugaban con la luz y la concentraban o dispersaban al antojo de los arquitectos. Había piscinas en muchos de los suelos, y fuentes que repicaban agua en todos los pasillos. 










Nerón mostró gran interés en cada pequeño detalle del proyecto, según los Anuarios de Tácito, y supervisó en todo momento a los dos arquitectos principales del complejo, Severo y Céler. En definitiva, la Domus Aurea radiaba un lujo nunca visto hasta entonces.



La Domus Aurea ocupaba, según se ha calculado, alrededor de 50 hectáreas entre las colinas del Palatino y el Esquilino, en total un área 25 veces la del coliseo, y contaba con nada menos que 300 habitaciones


También tenía viñedos, campos de maíz, bosques y un lago artificial en el actual emplazamiento del Coliseo romano. Al parecer, se trataba de una villa dedicada exclusivamente a fiestas, ya que ninguna de las 300 habitaciones servía de dormitorio. Más extraño todavía es que aún no se ha encontrado una sola cocina o letrina en todo el complejo.








Severus y Céler utilizaron técnicas muy innovadoras. Nada más entrar los invitados podían maravillarse con una cascada de agua que parecía venírsele encima pero que en el último momento desaparecía por un canal a sus pies. El palacio contaba con magníficos vestíbulos y columnatas, bibliotecas e innumerables piscinas y baños con piletas de plata surtidas de agua de mar o de distintas aguas minerales.


El comedor principal estaba coronado por una cúpula que giraba día y noche entorno a su eje mediante la fuerza del agua, y los techos de muchos otros comedores estaban formados por unas planchas móviles de marfil y oro que, accionados por esclavos durante los banquetes, se entreabrían para dejar caer pétalos de flores y perfumes variados entre los invitados. 





 



Los frescos cubrían cualquier superficie que no lo estuviera ya por oro o piedras preciosas

Tras la muerte del emperador, la Casa Dorada pasó a ser una molesta extravagancia para sus sucesores. Fue desmantelada de mármoles, piedras preciosas, oro y marfil en unos pocos años. 








Poco después, el palacio y sus alrededores, que englobaban un área de 2.6 km², fueron totalmente enterrados y se procedió a construir en la nueva capa de tierra: Vespasiano construyó su Anfiteatro Flaviano (luego Coliseum) sobre el anterior sitio del lago de la Domus Aurea, los Baños de Trajano y el Templo de Venus y Roma fueron también construídos en el nuevo estrato. 


En un plazo de 40 años, la Domus Aurea había desaparecido completamente de la superficie, pero paradójicamente esto hizo que sobreviviera el paso de muchos siglos, principalmente sus frescos al tener unas condiciones —humedad prácticamente nula, aislada de la intemperie— idóneas para su conservación.


Se dice que Nerón solicitó al escultor griego Zenodorus una colosal (35m de alto) estatua de bronce, que colocó en la entrada de la Domus Aurea. 




Algunos historiadores dicen que se trataba de una escultura del mismo Nerón (Colossus Neronis), otros creen que desde el principio representaba al Dios Sol.

Parece que nunca se sabrá a ciencia cierta dado que posteriores emperadores le cambiaron el rostro a la estatua. Suetonius, biógrafo de Nerón y que nació unos pocos años después de la muerte del emperador, es el único que hace referencia a “una colosal estatua del emperador”. Pero no dice que se llegara a erigir en la entrada de la Domus Aurea.




Otro cronista de la época, Plinio el Viejo (23-79), sí que dice que la estatua representaba a Nerón, pero bien pudiera ser una opinión expresada por los muchos detractores de Nerón, que quisieron denigrar su imagen al máximo tras su muerte. Plinio presenció los trabajos de Zenodorus, pero no dice que se finalizaran en la época de Nerón. El historiador Dio Cassius, del siglo III DC, dice que el emperador Vespasiano fue quien erigió el coloso muchos años después de la muerte de Nerón, pero no en la Domus Aurea sino que en la Vía Sagrada. Por todo ello es poco probable que Nerón viera la colosal estatua de bronce delante de su magnífico palacio.




Finalmente, Trajano hizo trasladar la estatua al lado del Coliseo (de ahí éste tomó su actual nombre), y finalmente fue destruída en el siglo IV tras una incursión de los bárbaros.











Algunas de las extravagancias de la Domus Aurea tuvieron repercusión en el futuro.

Los arquitectos diseñaron dos de los principales comedores flanqueando una estancia octogonal, coronada por una cúpula con un oculus central que dejaba entrar la luz. 

Probablemente se trató del primer uso de una cúpula que no estuviera destinada a un templo dedicado a los dioses, como el del Panteón. Otra innovación tendría una enorme influencia en el arte futuro: Nerón situó mosaicos en los techos, cuando hasta entonces su uso se había restringidos a los suelos. Sólo han sobrevivido algunos fragmentos, pero la técnica fue copiada extensivamente, convirtiéndose en una característica fundamental del arte cristiano, como se puede ver en varias iglesias de Roma, Ravena, Sicilia y Estambul.



La Domus Aurea ha luchado contra el tiempo desde que, a finales del siglo XV, un paseante cayera por una grieta del Palatino y se rompiera una pierna. El hombre quedó cojo, pero descubrió unas “grutas” fascinantes, llenas de pinturas y colores.

La pasión por las “grutas” contagió de inmediato a los principales artistas y tuvo un potente impacto sobre la estética renacentista: Rafael, Miguel Ángel y Pinturicchio fueron algunos de los que se descolgaron con cuerdas para observar la decoración neroniana y para dejar, como buenos turistas, su firma.


 Para entonces, las pinturas eran una celebridad, y su aparición coincidió con el redescubrimiento de la Historia Clásica, tan de moda en el Renacimiento.

Es entonces cuando se denominó a algunas de sus escenas bajo el calificativo de grotesco, y éste estilo pasó a formar parte de la historia del arte.






En los siglos siguientes prosiguieron las incursiones y los autógrafos: Giacomo Casanova y el marqués de Sade inscribieron sus nombres en la misma pared, a pocos centímetros uno del otro. Pero con la gente entró el aire, y con él, la oxidación y el deterioro de los frescos.





http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/monumentos/909.htm


http://www.3viajes.com/la-domus-aurea-de-neron/

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