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domingo, 27 de abril de 2014

Cuando el temor y el dolor nos paralizan









Hay días que no me apetece levantarme de la cama.


Hay días en los que me cuesta tanto hacerlo…. que me pasaría el día acostada y durmiendo, para que el tiempo pasara más rápido.

Hay momentos en los que me siento agotada.

Me siento cansada físicamente, porque el dolor y el cansancio me acompañan incluso acostada, y psicológicamente porque son muchas cosas las que sucedieron en los últimos tiempos…


Cansada de abrir y cerrar puertas, me limito a dejar que la vida pase y que me mueva con ella.


No tengo ganas ni fuerzas para ir contra corriente, ni para pararme.

Me imagino un tío vivo, en el que algunas veces sientes que te estas mareando, pero estas tan cansada que no puedes bajarte de él… 

Y dejas que siga rodando… 

Que te pasee y te de vueltas alrededor de un eje que  no sabes cómo ni quien puso allí y menos, como llegaste a subirte a esa atracción de feria.


 





A veces pienso en la fatalidad.


La astenia primaveral debe tener mucho que ver, y en cómo quedarían las cosas si algo me sucediera.


Pienso en la posibilidad de no despertar un buen día… y no me importa tanto como yo creía.



No lo deseo (prueba de que no estoy deprimida, sólo cansada), pero no sé si tengo ganas de seguir luchando.


Fuerzas sí.



La vida me enseñó que siempre puedes seguir luchando.

El ser humano no deja de sorprenderme. 

Aprendí que  “el no puedo con más” no es cierto… porque siempre sales de todo, aunque no te apetezca hacerlo.

Pues eso… que pienso en lo peor.

En que me daría igual no despertarme. 

Creo en otra vida después de esta, y sospecho que debe ser un poco más grata y sobre todo más cómoda (si resulta ser como nos han contado, claro)

Y es curioso, porque lo único que me pone los pelos de punta es lo que dejaría aquí.

Mis hermanos, regalo de mis padres lo sentirían mucho, no me cabe duda.

Ya perdieron demasiadas cosas y yo, soy alguien a quien quieren mucho… lo sé.

Pero tienen una vida propia y saldrían adelante.





Con amargura, pero con la capacidad de seguir viviendo…

Y pienso en el peluche vivo que vive conmigo.

Alguien para quien soy imprescindible.

El motivo por el que soy capaz de levantarme cada mañana.

Si yo no le bajo ¿Quién va a hacerlo?

Y pienso en como Dios organiza este mundo.





Brais, mi mascota, llegó a  mi vida en el momento oportuno.

Queca se había ido hace un tiempo, y una serie de cosas hicieron que Brais pasara a hacer el papel de aquella gata: 

Cuidar a un humano.

Y este perrito, esta bola de tres kilos lo hace sin duda.

Se empeña en que abra los ojos cuando se hace de día.
 
Se empeña en bajar a la calle, en avisarme de que sus “amigos perrunos” están abajo, ladrando y tirando de mis pantalones e incluso dándome con su pelota para que se la tire.


Es increíble el papel que un simple animalito puede jugar en nuestras vidas.

Sólo quien no ha tenido nunca una mascota a quien cuidar, desconoce que, en realidad son ellos los que nos cuidan a nosotros.







Los que nos dan fuerzas cuando estas nos faltan… nos hacen sonreír cuando la amargura amenaza apoderarse de nosotros.

A pesar de todo lo contado, y de que alguno puede pensar que me estoy quejando de nuevo… que me he vuelto loca…

Nunca creí estar más cuerda que ahora.

Y es que mi cuerpo, especialmente mi cerebro se están preparando.

Supongo que por eso la tristeza de mis ojos y las pocas ganas que tengo de nada de vez en cuando.


Voy a pasar por una experiencia largo tiempo esperada, pero no por eso asusta menos.


Y debo pasarme las noches dando vueltas en mi cabeza en lugar de descansar…


Porque me levanto ya cansada.



 



Pero estoy bien…relativamente…



Si puede decírsele estar bien a alguien que está terriblemente asustada.


Si puede decirse estar bien a sentir una soledad inmensa que no sé de donde sale y hacia donde va.



Sé que saldré de ésta.




Pero a ver como se lo cuento a la Esther asustada que vive dentro de mí.



A ver cómo se lo explico para que se tranquilice un poco y deje de estar aterrorizada.







Besos a todos.