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miércoles, 5 de octubre de 2016

el DE AMICITIA de Cicerón









El curso continúa.




Y entre las cosas mejores que tienen estos eventos están las reuniones en torno a una mesa (en este caso varias) de los amigos que vuelven a encontrarse.

 



Una visita a los bares de la zona que conocemos muy bien, para recuperar el ánimo y las fuerzas.










Estamos en el Ecuador del Curso y va a ser el mismísimo Cicerón quien a través de un dialogo con Ático nos hablará de la amistad.



Nos lo cuenta el Doctor Javier Cabrero Piquero profesor de la UNED.










Marco Tulio Cicerón nació en Arpino el 3 de Enero del año 106 a. C.


Estudió filosofía con Filón de Larisa y oratoria con Apolonio Molón de Rodas.



 


A lo largo de su vida Cicerón adecuó en numerosas ocasiones sus inclinaciones políticas, acomodándose a las necesidades de los tiempos, pero sobre todo a las exigencias de sus propios intereses.








Los discursos de Cicerón nos permiten ver cual fue esta evolución política.




Para Cicerón, la filosofía está muy ligada a la política, es una profesión necesaria, cuya finalidad es servir a la República. 



Sus escritos en este campo intentan que el pueblo redescubra la Virtus romana.







Entre los numerosos diálogos que escribe destaca el de Amicitia, escrito a mediados del 44 a.C., asesinado ya César, en el último periodo de la vida de Cicerón y cuando estaba a punto de iniciar el enfrentamiento con Marco Antonio, que a la postre le costaría la vida.



Con anterioridad a este dialogo, Cicerón ya había hecho algunas incursiones, aunque breves sobre el tema de la amistad.



Podemos encontrar algunas referencias en el Cato Maior, y después volverá a tratarla en el De Officis; pero será en el Laelius de Amicitia, donde exponga de una manera más continuada su concepción de la amistad, en este caso muy ligada a la esfera de las relaciones individuales y privadas.





 
Ese ideal de la amistad que plantea Cicerón, contribuye de una manera clara a la armonía de la Republica y está muy ligado a las virtudes republicanas, cuando ya estas virtudes están dejando paso a una nueva época y una nueva manera de vivir y de sentir con la llegada de un nuevo régimen político: El Imperio.



Es indudable que la concepción de la amistad que nos plantea Cicerón se sustenta sobre dos pilares; intenta mantener la visión filosófica clásica que se apoya en la virtud; por otro lado, tampoco él es extraño al reconocimiento de que existe una razón política para la amistad que tiene su fundamento en motivos de orden práctico.










Recuperar el sentido de verdad, siguiendo el modelo estético de la amicitia que propone Cicerón implica dimensionar en su forma más trascendente la disposición humana de la comprensión de los actos del otro, la empatía con el semejante. 






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