A lo largo de la mañana hemos
ido llegando a nuestro punto de encuentro.
Yo he quedado con René
(que viene desde cerca de Emérita Augusta) y Teresa (que viene desde Barcino)
en Madrid (antigua Magerit griega).
Por mi parte, yo voy desde Complutum.
La salida de Madrid nos
va a retrasar un poco, de forma que, cuando recibimos la llamada de José Ángel
para saber dónde estamos, nos pilla aún en camino.
Quedamos en el hotel para
comer.
Allí están los
profesores, que se marcharan pronto para terminar los preparativos del curso.
Nosotros tomamos posesión
de nuestros aposentos y quedamos a las 16.50 h para llegar a tiempo al curso.
Y comienza...
PASEANDO ENTRE ROMANOS:
Una jornada en la antigua
Roma
Tenemos el honor de
escuchar a Raúl González Salinero y a Pilar Fernández Uriel dándonos la
bienvenida.
Nos resumen el curso como
una ''descripción de la vida cotidiana en una ciudad romana, y de
cómo eran las gentes que la habitaban, desgranando la jornada desde sus
inicios al alba hasta el atardecer en las termas y el anochecer en los
banquetes, sin olvidar el paseo por sus calles, el foro y los templos, las
viviendas, las tiendas, las tabernas, los espectáculos y monumentos públicos...''
Y nos presentan a Ricardo
Mar Medina, profesor de Arqueología Clásica en la
universidad de Rovirai Virgilii, que nos va a hablar de
Al Alba: la vivienda
Tipos de viviendas
La palabra villa en
latín, y, por tanto, una "villa romana" en español, puede referirse a
una casa romana tradicional, o a una granja en medio de una gran explotación
agrícola.
La palabra ínsula designa lo que nosotros conocemos como un inmueble,
un edificio urbano y colectivo, que puede tener hasta cuatro pisos, a veces
más.
La casa tradicional
La casa romana
tradicional (villa en latín), se organiza en torno a una pieza central, llamada
atrium, a la que dan todas las habitaciones de la vivienda.
Entre estas habitaciones
están: las cubicula, dormitorios; un triclinium, el comedor; un tablinum la
oficina donde el cabeza de familia recibía a los clientes e impartía sus
órdenes, abierto a un jardín sencillo o con estanque y columnas que forman un
peristilo.
El atrium: la habitación
central
La pieza central
alrededor de la cual se organizaba toda la vida familiar, tenía en su centro un
pequeño estanque (impluvium) que recibía el agua de lluvia por medio de una
abertura en forma de embudo (compluvium) practicada en el techo.
Unas columnas
daban apoyo a la apertura, que deja ver la luz del cielo y escapar el humo de
los braseros, estufas de bronce situadas en un trípode y que contenían brasas,
la única fuente de calefacción de la casa.
Las ventanas eran
prácticamente inexistentes, inútiles en una época en que los cristales no se
habían inventado todavía.
El cristal transparente apareció en el siglo I dC,
para la fabricación de envases.
Cada miembro de la
familia tenía una pequeña habitación, con una cama de madera y un somier de
correas de cuero cruzadas, colchones y ropa de cama.
No había armario, un
cofre, donde podían colocar su ropa.
Triclinium: comedor
El triclinium es un
comedor con tres bancos.
Los romanos de las clases altas tomaban su comida
principal (cena) en posición semi-reclinada, recostados sobre almohadones
frente a una mesa central.
Los romanos de las clases
bajas, la gente común, y los esclavos, tomaban su comida sentados con normalidad
y sin ceremonia.
Tablinum: oficina
Esta habitación abierta
al atrium y al jardín guarda los documentos y los recuerdos de la familia:
objetos, retratos de los antepasados, las estatuas se reunían en torno a un
altar doméstico llamado lararium.
La habitación estaba lujosamente amueblada,
con el fin de impresionar a los visitantes, clientes, personas con las que el
cabeza de familia trataba de negocios.
Este es también el lugar donde
trabajaba, escribía y daba sus órdenes el cabeza de familia.
Casa con jardín y casa
con peristilo
La casa romana
republicana es sencilla: a menudo se incluye un pequeño jardín detrás de los
edificios.
Hacia el siglo II a.C hace su aparición la casa con peristilo.
Los
medios financieros adquiridos por la conquista de Grecia y Asia Menor
difundieron la moda de lujosos jardines y pórticos sostenidos por columnas, con
piscinas y estatuas, al estilo griego.
Estas casas con peristilo nos son bien
conocidos por las excavaciones de Pompeya.
Los edificios urbanos
El centro de las ciudades
(por ejemplo, Roma, o su puerto, Ostia) estaban ocupados por un tipo de
edificio (ínsula), muy similar al que todavía hoy conocemos, con pisos,
ventanas a la calle y al patio, una puerta de entrada y las escaleras, rellanos
y apartamentos.
Los más ricos se alojaban en los primeros pisos y los más
pobres en los últimos pisos y el ático.
Algunas casas tenían
locales que daban a la calle, las tabernae, tiendas donde se vendían los
productos cosechados en las tierras del dueño de la casa, o que eran alquiladas
a terceras personas.
La mayoría de los
habitantes de Roma no vivía en domus sino en apartamentos de alquiler
(cenacula), dentro de manzanas de casas (insulae).
Su aspecto exterior era
magnífico, con ventanas y balcones, pero eran de mala calidad e incómodos.
Su
distribución interior era similar a la de los pisos actuales, pero sin cocina
ni baño.
Estas colmenas humanas, fabricadas con materiales baratos y madera,
estaban en constante amenaza de hundimiento o incendio.
Había también casas fuera de la ciudad.
Eran las villae.
Entre éstas se distinguen las que están en el extrarradio
de la ciudad, generalmente amplias y suntuosas (villae suburbanae); y las de
campo (villae rusticae), dedicadas a la agricultura y la ganadería, que
formaban auténticas aldeas.
Las ciudades conformaron la estructura civil y social de la civilización romana: se centralizaba el comercio, se relacionaban los distintos pueblos conquistados, y, en general se controlaba a la población.
Modelo de planta de una ciudad romana |
El diseño urbano de las ciudades romanas sigue unas pautas necesarias para el correcto funcionamiento de los servicios públicos y militares.
Básicamente, la ciudad romana está compuesta por una serie de módulos iguales, distribuidos ordenadamente -paralelos y equidistantes- y separados por calles.
Entre todos forman un conjunto de diseño rectangular que está rodeado por una muralla perimetral con torres de vigilancia.
Todas las calles son iguales, excepto dos: la que va del norte a al sur -kardo maximus- y la que va del este al oeste -decumanus-, que son más anchas y que terminan en las únicas cuatro puertas que tiene la muralla.
En el cruce de estas dos calles se ubican el foro de la ciudad y el mercado.
Con estos módulos se diseñan los edificios públicos, el anfiteatro -dos módulos de largo y uno y medio de ancho-, el teatro -un módulo-, el mercado -un módulo-, el conjunto del foro -dos módulos-, etc.
Estas normas urbanísticas se desarrollan durante casi 10 siglos, creando las distintas ciudades.
http://searches.omiga-plus.com/search/images?qsi=1&q=tipologia%20casa%20romana&p=1&fcoid=4&fpid=2
Los restos arqueológicos y los testimonios nos han transmitido que la forma de vestir de las diferentes clases sociales, así como de hombres y mujeres tenían bastantes similitudes, dependiendo obviamente de los tejidos y los adornos. Los tejidos más comunes eran: la lana, la seda, el lino y el algodón.
Bajo la toga los hombres y mujeres llevaban la túnica.
Los hombres llevaban anillos.
Los antiguos romanos se dejaban crecer la barba y el pelo muy largo; aunque eran muy dependientes de la moda.
Diez minutos de descanso,
un café en el bar conocido y continuamos.
Ahora es Isabel Rodríguez
López, profesora titular de Arqueología en la
Universidad Complutense de Madrid, quien nos explica cómo se despiertan en
Roma;
Cómo se da una diferenciación social a través de la indumentaria, a través de
la diversidad de colores y tejidos, a través de perfumes, aseo, afeitado,
maquillajes que señalan la separación social entre individuos
HORA PRIMA: EL DESPERTAR.
Los restos arqueológicos y los testimonios nos han transmitido que la forma de vestir de las diferentes clases sociales, así como de hombres y mujeres tenían bastantes similitudes, dependiendo obviamente de los tejidos y los adornos. Los tejidos más comunes eran: la lana, la seda, el lino y el algodón.
El traje más típico romano para hombres era la toga. La toga era un
vestido que mostraban los ciudadanos en público. Esa Túnica era de lana y sus
mangas llegaban hasta los codos y su borde inferior hasta las rodillas, pero
por detrás eran unos cuatro dedos más larga.
Para ceñirla al talle se usaba
un cinturón de piel o un ceñidor de cáñamo.
Los soldados vestían una
túnica más corta que llegaba hasta por encima de las rodillas
también del mismo color.
Era
un trozo de lana blanca gruesa en invierno y fina en verano.
Su color era generalmente
blanco (alba, cándida), sobre todo, en los que aspiraban a la
magistratura; de donde se derivó el nombre de candidatos que hoy está en uso en
nuestra lengua.
Toga praetexta. Era la toga adornada con
una franja de púrpura, distintiva de los mancebos libres de nacimiento y de los
dictadores, pretores, ediles y algunas otras personas instituidas en dignidad.
Toga viril. La que tomaban los hijos de
los ciudadanos romanos cuando dejaban la pretexta.
Por lo general, empezaban a
usarla a los dieciséis años y desde entonces, eran aptos para ejercer los
cargos de la república
Los emperadores ostentaban la
toga hecha completamente de púrpura (toga purpurea) o con bordados de
oro (toga picta)
Vestirse con la toga era una
operación muy difícil debido a la complejidad de los pliegues y a la vuelta que
había que dar a un único trozo de tela, según las bandas y bordados se podía
identificar la clase de patricio que era y los méritos de su portador.
El manto femenino era la palla.
Colocada como un velo sobre la cabeza era símbolo de viudedad. Algunas
veces se sustituía por el supparum, manto ligero que llegaba hasta los
pies.
Utilizaban también el peplo, que era un manto rectangular que se
sujetaba al hombro derecho con una fíbula.
La túnica de la mujer llegaba
hasta los pies y era tan estrecha por arriba que por abajo. Sobre la túnica
solían llevaban la stola, vestido largo de colores variados, bordado en la
orilla y sujeto por un cinturón adornado con joyas, un simple cordón o una
cinta
con bordados de colores.
Las mujeres como ropa
interior llevaban una camisa y una fascia pectoralis para sostener el
pecho.
Un peinado a la última moda;
joyas rutilantes en los brazos, el cuello y la cabeza; un elegante vestido de
seda: todo formaba parte del aderezo personal con el que las damas de la
antigua Roma buscaban encandilar en las reuniones de sociedad, en el teatro o
al pasearse en litera por las calles de la Urbe.
Pero había otro elemento de la
apariencia personal al que se daba más importancia todavía: el cutis.
El
cuidado de la piel fue una auténtica obsesión de las romanas de clase elevada,
y en torno a él se desarrolló un arte del maquillaje no menos sofisticado y
lujoso que el de nuestra época.
Los cánones de la belleza
romana aconsejaban a la mujer una piel luminosa, sonrosada y, sobre todo,
blanca.
La blancura de la piel era el supremo rasgo de distinción.
Ovidio, que
fue autor de un breve libro en el que daba consejos para aderezar y conservar
la belleza del rostro, escribió en su Arte de amar: «Sabréis también procuraros
blancura en el rostro empolvándoos». Para lograr ese efecto de blancura se
utilizaban diversas sustancias, que se aplicaban sobre el rostro al modo del
maquillaje actual.
Se ha encontrado un bote de
estaño del siglo II, herméticamente cerrado y que contenía una crema
blanquecina ligeramente granulosa, sin duda usada como maquillaje.
El producto tenía tres
ingredientes: lanolina de la lana de oveja sin desengrasar, almidón y óxido de
estaño. La lanolina servía de base para la mezcla; el almidón suavizaba la
piel, función para la que sigue usándose hoy día en los productos cosméticos;
el estaño era el elemento que blanqueaba la piel, y empezó a utilizarse durante
el Imperio en sustitución del acetato de plomo, que tenía efectos muy nocivos.
Bajo la toga los hombres y mujeres llevaban la túnica.
La túnica
de la mujer llegaba hasta los pies y era tan estrecha por arriba que por abajo.
Sobre la túnica solían llevaban la stola, vestido largo de colores
variados, bordado en la orilla y sujeto por un cinturón adornado con joyas, un
simple cordón o una cinta con bordados de colores.
La túnica estaba decorada para los hombres con
una banda el clavus que según tu estatus era más ancha o más fina.
La
túnica la vestían dentro de casa o en el trabajo, si hacía frío se ponían
varias. Los esclavos y plebeyos solo llevaban la túnica.
No había diferencia entre el
calzado del hombre y la mujer, salvo en la blandura del pie y en la variedad de
colores o de adornos.
Los tipos de calzado eran tres: las sandalias, los zuecos
y los calcei
Los aderezos y los adornos
Los hombres llevaban anillos.
En la República solían servir como sellos; más
tarde en el Imperio se le añadieron a los anillos piedras preciosas estos
anillos solían ocupar todos los dedos de la mano.
Para las mujeres había muchas
más cosas tenían una amplia gama de joyas: hebillas, horquillas, anillos,
brazaletes, pendientes, collares, pulseras, alfileres, broches,
gargantillas y aros para los tobillos. En su mayoría estaban decorados con piedras preciosas incrustadas.
gargantillas y aros para los tobillos. En su mayoría estaban decorados con piedras preciosas incrustadas.
Peinados
Los antiguos romanos se dejaban crecer la barba y el pelo muy largo; aunque eran muy dependientes de la moda.
Había momentos que se cortaban el pelo y se
rapaban por influencias romanas.
Se mantenían algunos rituales, eso sí, como por ejemplo la primera barba que se afeitaba un joven debía cortarla un tonsor.
Se mantenían algunos rituales, eso sí, como por ejemplo la primera barba que se afeitaba un joven debía cortarla un tonsor.
Los jóvenes hasta no tener las primeras canas no se la afeitaban ya que era un
símbolo de vejez.
Las mujeres se preocupaban mucho de su estética de todo esto se ocupa la ornatrix.
Las mujeres se preocupaban mucho de su estética de todo esto se ocupa la ornatrix.
El peinado de la mujer durante la República era muy sencillo pero se dificultó
con la llegada del Imperio.
Se hacían trenzas, moños muy complejos, rizos, redecillas,
postizos y tintes.
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